Cine como realidad virtual


Cine y vida, cine y política, cine y filosofía, cine en la realidad y cine en la ficción.

sábado, 28 de marzo de 2009

Annabel Lee, de Radio Futura.


Una bonita canción que es de mi agrado, que también le gusta a mi mujer y que espero sea del gusto del amigo Aurelio, falangista íntegro y popero en los 80 (nadie es perfecto)

Disfrutadla:

Annabel Lee, de Radio Futura.

sábado, 21 de marzo de 2009

Gran Torino, del gran Clint Eastwood.


Ayer me deleité viendo "Gran Torino", del gran Clint Eastwood.
Una película sencilla que comienza recordándonos al entrañable "sargento de hierro", aquel tipo duro y malhablado que de un solo golpe derribó al gran "sueco". El anciano cascarrabias, sin embargo, evolucionará como persona a lo largo del film, hasta irse convirtiendo en un personaje "sensiblero" y más humano.
Eastwood realiza un "desconocido" retrato costumbrista de un barrio marginal, cuyos habitantes originarios fueron abandonándolo al tiempo que era ocupado por inmigrantes asiáticos. Digo "retrato desconocido" porque Hollywood nos tiene más habituados a ver sucias callejuelas de barrios negros o glamourosos y ricos barrios de Beverly Hills.
Y allí, entre los miembros de la etnia "mong" (no sé si se escribe así) resistirá Eastwood con el viejo Garand que heredó de la guerra de Corea.
¡Geniales las apariciones estelares con el viejo fusil de un viejo pasado que le perseguía y atormentaba!
No me gustó el final, demasiado "beato" para mi gusto, con sacrificio personal incluído y herencia de su patrimonio para la Sta Madre Iglesia.
Y, sin embargo, su mayor pecado o error, como se quiera interpretar, no lo confesó ante el "pater" que tenía como misión salvar su alma, sino a su joven amigo asiático.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El creyente (the believer)


Volví a ver la película "El creyente" por casualidad, mientras hacía zaping, y no pude evitar volver a engancharme a su reflexivo y provocador guión como me enganché en su día, ya hace algunos años.

Un judío que se convertía en nazi. ¡Ahí es nada!, sin duda una sugerente propuesta que, además, estaba basada en un hecho real.
La película es susceptible de ser analizada tan "sesudamente" como febril o imaginativa sea la mente de cada espectador, pero yo, en concreto, centraré mi reflexión en lo que considero el eje central del esquizofrénico proceder del protagonista: el dilema a la hora de optar por imperativos vitales vs imperativos morales.

Aparecen en la película dos pasajes o escenas que, creo, resultan imprescindibles para entender al atormentado protagonista, Danny Balint:

1) La primera: cuando Danny era estudiante de las sagradas escrituras y se enfrentó a su profesor con motivo del conocido pasaje bíblico de "el sacrificio de Abraham".
El profesor, por supuesto, le explicó la versión judeocristiana que todos conocemos, es decir, el carácter de prueba que tenía dicha petición para comprobar la incondicional obediencia y sumisión del bueno de Abraham, incluso para sacrificar a su hijo, llegado el caso, en nombre de Dios.

-¿Qué clase de Dios era ése?, preguntaba Danny visiblemente irritado.
¿Y qué clase de padre era Abraham?, dispuesto a sacrificar la sangre de su sangre por designio divino.

2) La segunda escena la protagoniza un superviviente de un campo de exterminio nazi, que relata a Danny y a sus amigos, condenados por un juez a asistir a una terapia de sensibilización, un trágico episodio del pasado.
Les contó, el envejecido y atormentado judío cómo, intentando huir de los nazis él y su familia, fueron descubiertos ocultos en un carro de heno, y les narró cómo un sargento alemán ensartó a su pequeño vástago en una balloneta.

- ¿Y tú qué hiciste?, le preguntó Danny con tono de reproche.
- ¿Qué podía hacer?, acertó a decir el judío.
- ¡Pues luchar!, le espetó Danny al tiempo que abandonaba la sala y le gritaba al grupo de terapia que él no tenía nada que aprender de ellos, sino que eran ellos quienes debían aprender.

Creo que estas dos escenas son claves para entender el reproche que Danny formula contra una religión que él consideraba propia de débiles, contra una moral victimista en definitiva.
Danny entendió, ya desde pequeño, que cualquier padre, por imperativo vital, estaba obligado a preservar la vida de sus hijos; entendió que se trataba de una ineludible ley natural que estaba por encima de cualquier ley moral.
Así lo entendió también cuando acusó de cobarde al padre judío que permaneció inmóvil mientras su hijo era asesinado ante sus ojos.
¿De qué le sirvió sobrevivir a la muerte de su hijo?
-Mírate, le espetó Danny, eres un despojo humano, ahora estás peor que si, entonces, hubieses muerto junto a tu hijo.

Danny, efectivamente, se debatía entre seguir los dictados vitales impuestos por las leyes de la naturaleza o seguir aquellos otros imperativos morales que instaban a la sumisión y la resignación de los hombres.

¿Qué debía hacer Danny? ¿Qué debemos hacer todos nosotros?
¿Agachamos la cabeza cuando nos revientan la vivienda, o arremetemos contra quienes nos agreden impunemente ante la desidia de una "justicia" adormilada?
¿Nos resignamos a ver cómo los violadores y asesinos de nuestros hijos gozan de derechos, mientras nosotros, como el atormentado judío de la película morimos cada día por la pérdida de nuestros seres queridos?
¿Permanecemos silentes y resignados mientras dinamitan nuestra razón de ser, que es la Razón de ser española y occidental?

¿Quiénes, y por qué, matan la vitalidad de los pueblos? ¿Quiénes asesinan al instito natural de supervivencia en nuestras sociedades carentes de dignidad, resignadas a diluirse en la nada de los tiempos en aras de cumplir escrupulosamente con preceptos ético-morales de falso buenísmo "democrático"?

Saludos.

lunes, 23 de febrero de 2009

El niño con el pijama de rayas.


Una buena película que pasa rápida ante nuestros ojos, sin hacerse aburrida en ningún momento.
Se agradece, para variar, que algunos directores hagan todavía actual el dicho de "lo bueno si es breve, dos veces bueno"
No me pareció en absoluto ñoña ni sensiblera, ni siquiera pretenciosa como la fallida "Walkiria" de Tom Cruise, en exceso cargada de sesgada moralina.
La película enfrenta y aborda, a mi manera de ver de forma inteligente, la crítica decisión de Hitler de exterminar a los judíos; y enfoca y analiza al nazionalsocialismo desde diferentes perspectivas dentro de un mismo núcleo familiar, provocando tensiones y discrepancias entre sus propios miembros.

Volví a acordarme de "Walkiria" y de los métodos subversivos, propios de terroristas, del "bueno" de Stauffenberg para apartar a Hitler del Poder, del mismo modo a como en las Españas se apartó a Carrero Blanco.

Yo "ni quito ni pongo rey", porque en difíciles circunstancias tiende a legitimarse cualquier medio, por inmoral y bastardo que sea, para permitir alcanzar loables fines. Sucede, pero, que en no pocas ocasiones es "peor el remedio que la enfermedad", pues todo cerdito Napoleón de granja tiende a convertirse en aquello mismo contra lo que combatió.

Y cuando comienzo a disertar y a divagar de manera tan ambigua, no faltan quienes me tachan de débil, incluso de tibio liberal.

¿"Tibio" yo?... ¡vamos, ni que fuese un Marianín maricomplejín!
Yo creo todavía en el HONOR (con mayúsculas) y en la necesidad de preservar la dignidad de todo ser humano, pero creo también en el imperativo vital de actuar enérgicamente cuando las difíciles circunstancias así lo requieren, o cuando "peligrara la justicia y la integridad de la patria" (José Antonio).
Me sucede como al aristocrático Laurence Olivier en "Espartaco", pues pienso que, llegado el momento crítico, debería ser el pueblo soberano y responsable quien delegara voluntariamente en un cónsul honorable y excelente, no dando la oportunidad, así, a que ningún Sila se arrogara el derecho de intervenir ante la desidia de políticos y ciudadanos.
Es claro, pero, que allí donde se prescinde de la figura de un necesario y enérgico cónsul siempre es susceptible de aparecer un dictador.

Y España, queramos reconocerlo o no, necesita un cónsul con urgencia vital, alguien que ponga fin a la perenne partitocracia actual que se prepetúa y alterna en el Poder mientras España se diluye, no sólo económicamente, sino moral y vitalmente, pues es su propia Razón de Ser la que peligra merced a nuestros miserables políticos.

Saludos.

martes, 17 de febrero de 2009

Walkiria


¿Recordáis la divertida película española "por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo"?, pues viendo la insufrible "Walkiria", protagonizada por Tom Cruise, no pude evitar preguntarme: ¿Por qué lo llaman héroe cuando no fue mas que un traidor?

Me pareció más convincente la interpretación de Ulrich Tukur en la "operación Walkiria" del año 2004, porque el amigo Tom, además de no estar a la altura del personaje (nunca mejor dicho), nos "regala" un final patético, con pretensiones heróicas, que raya el histrionismo.

De verdad, poned atención a la sonrisilla de "zumbao" que esboza Cruise cuando está delante del pelotón de ejecución.
Lo que pretende ser una interpretación propia de un héroe se torna bufonesca histeria acompañada de sonrisilla propia de un psicópata.

En fin, reconozco que visioné la película con no pocos reparos y prejuicios, porque, a pesar de los pesares, un traidor siempre es un traidor, ya sea aquí, en China o en la lejana Patagonia; y lo es, ya se llame éste Brutus, Judas, Bellido Dolfos, Lluís Companys, Manuel Azaña o Claus von Stauffenberg.

Pretender hacer pasar a un traidor por héroe es muy propio de la pseudomoral perversa que impera en Occidente; la misma que hace pasar a un sanguinario terrorista, como el Che, por libertador.
Sólo dos escenas para recordar:
La primera cuando Hitler explica que "no se puede entender el nacionalsocialismo sin Wagner" (parafraseo) y la segunda cuando Goebbels, creo, se coloca la cápsula de cianuro en la boca ante la incertidumbre de si triunfará el golpe de Estado del traidor Stauffenberg.

Aburridilla película, ¡voto a Bríos!

Saludos.

domingo, 15 de febrero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button


Una buena película a la que, quizás, le faltó un hervor.
Me resultó larga por momentos y, de no ser por el interés que suscitaba la originalidad del guión, probablemente la hubiese abandonado, como abandoné la indigerible "7 almas" (¡menudo tostón!).
La película no logró "emocionarme", a pesar de contar con una banda sonora, fotografía y guión, perfectamente orquestados para lograr tal fin.

Sólo me emocioné al final de la película, cuando contemplé una de las escenas más duras que jamás he visto en el cine: la muerte, relajada y parsimoniosa, de un bebé en brazos de su cuidadora.

Y por último la pequeña reflexión obligada:
¿Fue un acto egoísta o de sacrificio, el que protagonizó Benjamin cuando abandonó a su mujer y su hija?
¿Eing?

La película nos "vende" el abandono final de su familia como un acto altruista, de generoso sacrificio, pero yo no pude por menos que compararlo con la acción de su progenitor, el egoísta sr Button, el cual abandonó a su "peculiar" bebé envejecido poco después de que éste naciera.

No sé, quitando los personajes del capitán Mike (todo un artista del tattoo) y la madre adoptiva Quennie, ellos sí vitalistas y generosos, los demás se me antojaron totalmente prescindibles para dar cualquier ejemplo o lección de moralidad.
Y tampoco entiendo por qué mi subconsciente relacionó la genial interpretación de capitán Mike con la del teniente Dan Taylor en Forrest Gump...

Saludos.

jueves, 12 de febrero de 2009

10 cortes metálicos para la eternidad.


Hoy he decidido rendir pleitesía a la música más vital y humana, demasiado humana que diría Nietzsche, capaz de enaltecer al ser humano y de trascendentalizarlo, que no es moco de pavo.
Me estoy refiriendo, como no podría ser de otra manera, al glorioso metal.

Según mi docto criterio, estas serían las 10 mejores canciones metálicas que configurarían un álbum completo y glorioso:

1) "Hallowed be thy name", de Iron Maiden.
2) "Diamonds and rust", de Judas Priest.
3) "Crusader", de Saxon.
4) " Heaven and hell", de Black Sabbath.
5) "Mr Crowley", de Ozzy.
6) "Don´t talk to strangers", de Dio.
7) "Master of the wind", de Manowar.
8) "Working man" de Rush.
9) "The man on the silver mountain", de Rainbow.
10) "Stairway to heaven", de Led Zeppelin.

¡Disfrutad, bribones!

martes, 2 de diciembre de 2008

Criaturas feroces.


Por una extraña asociación de ideas, o una de esas peregrinas analogías que suelen gestarse en mi febril imaginación, recordé la película "criaturas feroces", un film delirante y desternillante donde los trabajadores de un zoo se esfuerzan por demostrar que los animales, de los cuales son responsables cuidadores, son feroces, muy feroces y peligrosos.
La directiva de dicho zoo decide que éste sólo será rentable si exhibe animales feroces que atraigan al público, razón por la cual opta por prescindir de todos aquellos animalillos que no cumplen con el requisito de la ferocidad.

Las risas y las carcajadas se suceden a lo largo del film viendo cómo los cuidadores de los inofensivos animalillos, intentando salvar sus puestos de trabajo, se esfuerzan por demostrar cuán malvados y fieros son sus protegidos.

No pude evitar acordarme de nuestros políticos feroces. Sí, de esos animalillos inofensivos, en tanto que inútiles y completamente prescindibles, que se esfuerzan por demostrarnos lo feroces (entiéndase necesarios) que son para el bienestar del pueblo que dicen representar.
Ya hace tiempo que nuestros políticos feroces, como los esforzados cuidadores de la película que he mencionado, decidieron salvar sus puestos de trabajo, ora garantizándose a sí mismos suculentas pensiones ora subiéndose los sueldos aun en épocas de graves crisis económicas; Y sí, consiguen salvar su puesto de trabajo, en este zoo en que se ha convertido la maltrecha España, haciéndonos creer que realizan un trabajo importante.

De hecho, el trabajo que "deberían" realizar sí es importante, pero ¿están nuestros políticos cualificados para ello? y, lo más importante, ¿son necesarios tantos "chupópteros" colocados, muchas veces a dedo, en las administraciones centrales, autonómicas y locales?
No sé, pero me parece que más de un insulso armadillo y más de una apestosa mofeta, intentan hacerse pasar por regios leones u orgullosas águilas que "aparentan" preocuparse y deslomarse por tal de lograr el bienestar de la ciudadanía.
El problema es que nuestra clase política, casta de privilegiados y nuevos cortesanos al uso, ha sabido rodearse de fieles vasallos y ha creado una magnífica trama de "clientelismo" agradecido que le garantiza perpetuarse en el Poder, ya sea en el poder que otorga regir el gobierno o en el poder privilegiado, pero también poder, de la oposición.
Así, desde los funcionarios locales, pasando por las asociaciones de vecinos y de comerciantes, ONGs, hasta llegar a cualquier asociación que se diga "sin ánimo de lucro", por más que se lucre en su actividad, todos chupan de la teta de la subvención, de la ayuda institucional o del "favor" encubierto de turno que otorga el partidillo de un municipio para comprar los votos de los ciudadanos, con poco disimulo y sí con mucho descaro, todo sea dicho.

¿Cómo ha de acabarse con la vil partitocracia que nos estrangula y subyuga, que nos convierte en nuevos súbditos de un perverso reino de sofistas sin escrúpulos, cuando desde el infante adoctrinado en un esplai, pasando por el comerciante que recibe cursos "gratuitos" del ayuntamiento, hasta llegar a los vecinos que se benefician de servicios en centros cívicos que hacen desleal competencia a la iniciativa privada, han vendido sus votos a cambio de miserables platos de lentejas?

¡Y pobre de aquél que no pertenezca a una asociación, organismo o cualquier grupillo, al servicio de los nuevos y todopoderosos señores feudales!
¡Pobre de todo aquél que no haya sabido pasar por político feroz o, en su defecto, no haya sabido arrimarse al político feroz de turno!
¡A estos, a los parias que no saben disimular, mentir o manipular, que los echen del zoo de las Españas! ¡Ya!

Saludos.