He vuelto a ver Río Rojo, un peliculón por el que no pasan los años.
¡Qué magníficos y grandes están John Wayne y Montgomery Clift!, sin desmerecer al eterno secundario de lujo Walter Brennan, por supuesto.
¿Y la música? ¡Qué exquisita y genial banda sonora!
El inicio de Río Rojo arranca con fuerza e impacta en el espectador, pues desde el primer segundo seduce, atrae y nos promete una interesante y emotiva historia llena de vida. Y la película cumple, y no defrauda en absoluto a lo largo de todo el metraje, porque Río Rojo es pura filosofía vital y humana, demasiado humana.
ESCENAS MEMORABLES
El erotismo sutil: Tom Dunson (Wayne) decide marcharse de una caravana de colonos para buscar un lugar donde afincarse por su cuenta. Él tiene pensado asentarse en un lugar donde abunde el buen pasto para criar ganado. Así, se despide de su guapa novia, creyendo que ella estará más segura en el seno de la caravana.
La guapa chica intenta convencer a Dunson de que la lleve con él:
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Piensa (le dice a Wayne) que necesitarás lo que una chica puede dar a un hombre, le dice seductora.
-El Sol solo brilla la mitad del día, pero la otra mitad es noche... continúa ella picarona.
¿Qué santo varón hubiese podido resistirse a tan sugestiva y erótica proposición? Pues solo el gran John Wayne. ¿Quién si no? El prototipo de hombre capaz de anteponer el imperativo del deber a los mundanos placeres de la carne.
¿Voluntad de poder o reivindicación marxista? Finalmente, Dunson decide instalarse en unas ricas y prometedoras tierras, pero resulta que éstas ya tienen dueño: un terrateniente llamado Diego que domina un extenso y vasto territorio.
Al poco tiempo aparecen los pistoleros de Diego para intentar persuadir a Dunson de que abandone las tierras de su amo:
-¿Qué extensión tienen todas estas tierras?, pregunta Dunson.
-
Unas 400 millas, le responde uno de los pistoleros.
-
Eso no es decente, añade el compañero de Dunson (Walter Brenan).
Además, estas tierras no están siendo explotadas.
Y ante tan peculiares argumentos morales de tintes marxistoides, Dunson decide quedarse.
-¡Pero estas tierras son de Don Diego!, responde contrariado el sicario.
Don Diego las adquirió por Real Decreto del rey de todas las Españas.
-
Eso quiere decir que él se las arrebató primero a quienes estaban aquí, argumenta Dunson impasible.
Tal vez a los indios.
Y así, autolegitimando su derecho de conquista, se bate en duelo con el pistolero y con su victoria legitima su nuevo título de propiedad.
Liberalismo en estado puro: y pasan los años y Dunson, tras muchos sacrificios y luchas, consigue reunir miles de cabezas de ganado, pero con tan mala fortuna que éstas no tienen salida en el mercado de Texas.
Para escapar de la ruina, Dunson decide entonces emprender una larga marcha y arriesgar todo lo que tiene, reuniendo todas sus reses y las de otros vecinos, para venderlas a buen precio en Missouri.
Resulta "curiosa", e impensable en nuestra España castrada por el sindicalismo más irresponsable, el diálogo que mantiene Dunson con un vaquero al que contrata:
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La paga es de 10 dólares al mes, el triple si el precio se revaloriza al llegar al tren, le explica al vaquero,
pero si se pierde el ganado usted se queda sin paga.
-¡Lógico!, responde el vaquero aceptando la propuesta.
Y es que, de la misma manera que Dunson (el emprendedor) arriesga y se juega a una carta el éxito o el fracaso de su empresa, así también lo hace el vaquero (asalariado) de tal manera que ambos participan en un proyecto común asumiendo riesgos para repartirse equitativamente beneficios en función de lo aportado por cada uno de ellos.
¿Insinuaciones gay?: mucho se ha escrito sobre la pulsión homosexual que, pudiera ser, se manifestaba entre Montgomery Clift (hijo adoptivo de Dunson) y el vaquero contratado, que resulta ser un afamado pistolero.
El caso es que los dos chavalotes, aficionados a las pistolas, se intercambian sus respectivas armas, en lo que muchos críticos han pretendido ver la metáfora de un intercambio de algo más íntimo y sensual.
-
Bonita arma la que lleva usted, ¿me permite verla?.
Tal vez a usted le interese ver la mía, invita el vaquero a Monty.
En cualquier caso, el diálogo entre ambos personajes, mientras se intercambian sus revólveres, resulta sugestivo y, efectivamente, permite jugar con la ambigüedad:
-
Solo hay dos cosas más bonitas en este mundo que un arma: un reloj suizo y una mujer, comenta el vaquero. Y añade:
¿ha tenido un reloj suizo?
Jajajaja, ¡genial! Resulta difícil adivinar si el picarón vaquero da por hecho que Monty ya ha estado con mujeres o si, por el contrario, un reloj suizo sería, al acabo, más atractivo que una mujer.
Y aquí lo dejo, que ya me alargué demasiado.
A lo largo del viaje, y como consecuencia de las adversidades, el carácter de Dunson se irá agriando hasta convertirle en un tirano despótico sin consideración alguna por sus hombres (trabajadores al cabo). Su propio hijo adoptivo, solidarizándose con el dolor de sus compañeros, se enfrentará al padre. Muchos críticos, desde luego, han hecho una lectura freudiana del conflicto padre-hijo que plantea "Río Rojo", aunque yo no he podido evitar hacer una lectura más "roja", si cabe, que el propio río. De hecho, el joven Montgomery acabará erigiéndose en una suerte de "líder sindical" para defender a sus compañeros. Y es que el padre, también patrón, acabará convirtiéndose en un fiel reflejo de ese patriarcado tan rígido y despótico que tanto critica el feminismo actual.
Podríamos decir, por tanto, que en "Río Rojo" subyace no solo un planteamiento de índole freudiana, sino también un conflicto o lucha entre clases de tintes claramente marxistas.
Pd:
el genial comienzo de Río Rojo
9 comentarios:
La verdad es que la posibilidad de tal metáfora (el intercambio de revólveres) tiene una base bien verosímil, porque el tal Monty, era un declarado homosexual, amén de otras cosas -ninguna buena-, en la vida real.
Así es que el diálogo, a tenor de la realidad, sin metáfora, podría imaginarse, sostenido de la siguiente guisa:
"Bonita polla la que tiene usted, ¿me permite tocarla?. Tal vez a usted le interese tocar también la mía, invita el vaquero a Monty".
Es muy posible pues, que en este momento del diálogo que dice el vaquero, el bueno de Monty se "viniera" de gusto, enteramente.
Gran post Apañó, es una de mis preferidas, sin duda! Ayer vi Horizontes de grandeza con cHARLON heston y Gregory Peck ese hombre intachable, recto, firme en sus convicciones., me agradó la peli aunque se me hizo algo larga y el final no es muy bueno:) un saludo crack y no sé pk no te dedicas a escribir:) lo digo en serio!
Buena película, como lo fue también Río Bravo y Río sin retorno, película ésta última con una banda sonora genial, cuya pieza de igual título, es la más bella que se ha interpretado jamás en el cine del Oeste, junto también a la maravillosa "La llamada de la lejana colina", de "Shane", que en España se tituló "Raíces profundas" con el guapo y anodino Alan Ladd de protagonista.
¡Oh!, perdón. Las piezas en inglés son: "The river of no return" y "Call of the Faraway Hills" interpretadas sólo por orquesta, (sin voces adicionales). Búscalas Apañó y, si puedes, inclúyelas para que todos puedan oírlas. Thank you, my friend.
Muchas veces no sé si el gran John Ford le debía a Wayne al menos un 30% de su éxito, pero, al fin y al cabo, el director es el que hizo a John Wayne.
Las películas de Wayne antes de "La diligencia" dejan mucho que desear.
Saludos
Evidentemente, "Río Rojo" está dirigida por Howard Hawks, no por Ford.
COSAS QUE PASAN:
Apreciado Apañó:
Estuve hace pocos meses en Madrid, camino de Huelva, ganduleando a todo trapo. Como sea que lo que me pasa a mí no suele pasarle a “naide”, voy a contarte unas de esas anécdotas que sirven para abrir la sonrisa en alguno de esos blogs que, como el tuyo, os quejáis siempre, de la “España, esa”.
Como iba diciendo, estando acomodado en uno de esos vagones modernos, divididos en compartimentos para ocho personas, donde todo son comodidades; desde lavabos y W.C., hasta ventanas abatibles y timbres para llamar al personal de servicio. Al pronto, aparecen dos turistas extranjeros, un recio legionario, alto y moreno, tatuado hasta la polla y, un enano con signos evidentes de hallarse sumamente afligido.
A punto de partir el tren, se oye por los altavoces de la estación: “atención Sres. pasajeros, atención, por problemas técnicos habidos en la catenaria, este tren no podrá realizar la parada que tenía prevista en Córdoba, rogamos pues, disculpen las molestias”, tras lo cual, el enano se pone a llorar desconsoladamente. El legionario, sorprendido, le pregunta que por qué llora.
-Pues, es que voy al entierro de mi padre en Córdoba, y han dicho que el tren no va a parar.
- Tú tranquilo, -le dice- por mis cojones y por la Legión, que tú te quedas en Córdoba, pase lo que pase; no te preocupes, tan pronto estemos a la altura del andén de la estación de Córdoba te agarro por el pescuezo y te saco por la ventanilla; entonces, empiezas a mover las piernas como si corrieras en el aire, y luego te suelto y así al ir corriendo no te caes al suelo; así es como nos tiramos de los coches en marcha en la Legión.
-Pues, vale, de acuerdo, así lo haremos, dice el enano
Y cuando llegan a Córdoba, cumplen lo acordado.
Cuarenta minutos más tarde el legionario va a la cafetería del tren y allí se encuentra, para su asombro, otra vez con el enano llorando.
- Mecagüen la leche, pero qué haces aquí, si yo te dejé en Córdoba.
- Ya, dice el enano, pero 3 vagones más atrás, viajaba un compañero tuyo, que al verme correr por el andén, sacó su brazo por la ventanilla, y dijo:
- Por mis cojones y por la Legión, que este tren, tú no lo pierdes...
La gente que todavía trabaja, me pregunta qué hago cada día, ahora que estoy jubilado...
Pues bien, por ejemplo, el otro día fui al centro de Barcelona y entré en una tienda a recoger una cosa, sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí, un policía municipal estaba rellenando una denuncia por estacionamiento prohibido.
Rápidamente me acerqué a él y le dije:
-¡Venga hombre, que no he tardado ni cinco minutos...! Haría usted bien si hiciera un pequeño gesto para con los jubilados...
Me ignoró olímpicamente y continuó cumplimentando la denuncia.
La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza. Me miró fríamente y empezó a rellenar otra denuncia, alegando que, además, el coche llevaba los neumáticos en mal estado.
Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que estaba tratando con el rey de los tontos del culo, que cómo le habían dejado entrar en la Academia de Policía... etc. etc.
Él acabó con la segunda denuncia, la colocó debajo del limpiaparabrisas, y empezó con una tercera.
No me achiqué y estuve durante más de 20 minutos llamándole de todo. Él, a cada insulto, respondía con una nueva denuncia.
¡Suerte que el coche no era mío: Desde mi jubilación, yo voy en autobús!
Pruebo cada día a divertirme un poco. Es importante a mi edad, y previene el Alzheimer.
Hola Apañó, te escribo porque verás, desde hace unas tres semanas tenía un "problemilla" que como Hamlet, ofrecía dos opciones, una buena y, otra mala;
gracias a Dios, ha salido la buena y lo estoy celebrando con una maravillosa botella, comprada ex-profeso, de cava "Recaredo, Gran Reserva año 2006". Brindo por ti y por todos los intervinientes, videntes y opinantes. ¡Salut i força al canut!
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