Cine como realidad virtual


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jueves, 1 de marzo de 2012

Infierno Blanco.


Una gran película que a muchos les resultará aburrida, sobre todo a los amantes de frikadas almodovarianas y patetismos woodylienses.
Y es que "Infierno Blanco" es una reflexión constante sobre la vida y la muerte, sobre el ansia de transcendentalidad del ser humano y la angustia existencial. Una tragedia griega en estado puro, es decir, pura filosofía occidental alejada del misticismo banal y contemplativo del que tanto gustan los gurús de la retroprogresía talantera y pacifista. Muere hasta el apuntador.
El hombre, el ser individual, único e irrepetible, enfrentado a su muerte minuto a minuto en circunstancias hostiles; las reacciones de quienes saben que pueden dejar de existir en cualquier momento; sus pensamientos más íntimos, sus dudas de fe, sus miedos... Una película humana, demasiado humana y desgarradora, que es pura adrenalina para los sentidos. Una película vibrante y repleta de poderosos latigazos emocionales que jamás podrían ser creados por el cutrecejero cine español, ya sea "almodovariano o truebista".
Lo absurdo de la existencia expuesto al desnudo, la vitalidad que muestran algunos para luchar hasta el final, la desidia de otros para preferir dejarse morir. Y siempre la familia como referente vital que insta a sobrevivir: los hijos, la única esperanza real del ser humano para seguir siendo, la única razón verdadera por la que luchar y morir. Todo lo demás, tan solo sombras y ceniza.