Cine como realidad virtual


Cine y vida, cine y política, cine y filosofía, cine en la realidad y cine en la ficción.

martes, 29 de diciembre de 2009

Avatar


He aprovechado estas fiestas para ir al cine con mi mujer, sin los querubines. Hacía tiempo que no nos dábamos un poco de tiempo para nosotros y decidimos ir a ver, por unanimidad, la prometedora película de James Cameron: Avatar.
La película no defraudó en absoluto. El film estaba repleto de acción, maravillosas imágenes y una envolvente y sugerente banda sonora que lo hacían muy digerible y digestivo, sin apenas notarse el largo metraje.
El guión partía de una idea original y atractiva, que no revelaré por si algún despistado lo desconoce, pero la trama posterior me dejó un regustillo a "remake", o a refrito si se prefiere, de otras grandes y maravillosas películas. Así, no pude evitar evocar a "Bailando con lobos" ante el paralelismo existente entre los personajes de ambos filmes: dos "extranjeros" inmersos en una tribu donde una fémina, ¡oh, casualidad!, era la encargada de explicar qué era el Tatanka (búfalo) de turno o el "te veo", expresión ecológico-espiritual acuñada en la cinta de Cameron.
El épico final me recordó al más emotivo y mejor logrado de "la Misión", donde los jesuitas también se posicionaron junto a los nativos, igual que hará el conjunto de científicos y el marine, enfundados en los cuerpos de sus respectivos avatares.
Científicos espiritualistas y jesuitas espirituales, y un Robert de Niro, otrora soldado, reconvertido a jesuita de la misma manera que el marine de Cameron abraza la fe verdadera del pueblo de los sirks... ¡demasiadas coincidencias!
Paralelismos y semejanzas aparte, la película es muy buena y en algún que otro momentejo logra, incluso a pesar de la acción trepidante, emocionar y tocar la fibra sensible sin caer en ñoños sentimentalismos.

Fue de agradecer, desde un punto de vista puramente estético, la presencia de la siempre sensual y exhuberante Michelle Rodríguez. Más que nada para contrarrestar la ausencia de redondeces neumáticas en la ya "veterana" Sigourney Weaver.
-¡Mira, la de "Perdidos", me señaló mi parienta al tiempo que me daba un suave codazo.
- ¡Ah, sí!, respondí fingiendo despiste, como si la presencia de aquellos voluptuosos labios, y otras redondeces que el decoro me impide nombrar, hubiesen pasado desapercibidos ante el radar de mi testosterona.
¡Que uno ya está viejuno, pero no acabado!

Saludos.

PD: en la cabecera del post iba a poner el cartel publicitario de la película, pero me ha podido más la Michelle. :)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El hombre que mató a Liberty Valance (sobre novatos).


Uno de los temas más recurrentes en el western es el que trata las relaciones entre maestro-discípulo. No pude evitar recordar este tema al comentarle a Criteri la existencia de la magnífica película Cowboy.
Jack Lemmom aparece en "Cowboy" interpretándose a sí mismo, es decir, desempeñando el papel, tan habitual en sus trabajos, de tipo afable y alegre, de buena persona en definitiva.
Sin embargo, al conocer a Glenn Ford, y por circunstancias que no vienen al caso explicar, decide aprender a disparar tan bien como él.
Así, Ford se convertirá en maestro de Lemmon, pero no sin antes advertirle sobre el cumplimiento de unos mínimos éticos y morales; señalándole del "peligro" de que, cegado por su virtuosismo con el revólver, pudiera convertirse en una mala persona, en la antitesis del bonachón jocoso que era.
El discípulo, crecido y soberbio, hace caso omiso de las advertencias del maestro y acaba convirtiéndose en un matón sin escrúpulos.
También en la pradera sin ley, un juglaresco y bufonesco Kirk Douglas se hace cargo de un joven afable que desea aprender a manejar el revólver. Y, cómo no, el joven acaba convirtiéndose en un chulito Pepito piscinas, en un orgulloso gallito que pretenderá, incluso, ligarse a la mujerona de la peli destinada a papá Douglas.

Sin embargo, no siempre son jóvenes, afables y díscolos a priori, quienes instan a sus maestros para que les enseñen el manejo de un arma, pues también encontramos esforzados maestros que insisten en que sus alumnos se apliquen en ello, aunque con dispares resultados.
Arthur Kennedy, un eterno secundario de lujo, se esforzó en Nevada Smith para que un mozalbete McQueen, sediento de vengaza tras el asesinato de sus padres, aprendiera el uso del revólver, de manera que así pudiera sobrevivir a tan arriesgada como justiciera empresa.
Pero si un maestro, precisamente el más grande de entre los grandes, fracasó al enseñar a un discípulo el manejo del revólver, ése fue, sin duda, Jhon Wayne en el hombre que mató a Liberty Valance.
Claro que el fracaso del maestro bien pudo entenderse y disculparse sabiendo que tuvo como alumno a un torpe y talantero James Stewart, interpretando un papel que se me antoja el fiel reflejo de nuestros progretontos negados para la épica y la acción.
¡Novato, novato!, le repetía Wayne, inmisericorde, al pobre leguleyo de Stewart en, probablemente, una de las mejores escenas del western de todos los tiempos.
Pilgrim!(jejejeje)

Esta España cobarde, zapateresca y apátrida, está llena de PILGRIMS que se esconden en peregrinos y vergonzosos pacifismos chaconescos :))

Saludos.

PD: Por cierto, ¿pilgrim quiere decir novato o más bien "pringao" y pardillo?

lunes, 14 de diciembre de 2009

Películas que se me atragantaron.


Últimamente me ha dado por reflexionar sobre cine, sus directores y sus magníficas películas.
He recordado, entonces, aquellas películas que NUNCA he visto. Bueno, algunas sí intenté verlas en su momento, pero se me atragantaron.
Me refiero a esas películas difíciles de digerir, no tanto porque sean malas como por el hecho de que, por cualquier motivo racional o irracional, no conectan con nuestros gustos o intereses.
Entre las "sentimentaloides", o "ñoñoides" como prefiero llamarlas, se encuentran "los Puentes de Madison" (truñón del 20) y "Memorias de África" (truñón del 15) Intenté ver ambas películas, pero sus guiones pastelosos y en exceso dulzones para mi épico paladar me impidieron acometer tan osadas empresas.
"El paciente inglés" fui a verla al cine, un poco presionado por mi mujer, y si no me dormí, que fue lo más probable, desde luego aparece como "missing" en mi selectiva memoria.
Huelga ya decir, por tanto, que a "Sentido y Sensibilidad" ni me acerqué.
Otras pelis, como "Tomates verdes fritos" o "el color púrpura", las visioné a ratejos, aburrido y sin prestarles excesiva atención.
¿Se podrían considerar "vistas"?
Un director que tengo vetado es el pretencioso y repetitivo Woody Allen, ¡ajco de tío, joder!, cuya última película que vi, si no recuerdo mal, fue la aceptable "la rosa púrpura del Cairo". Supongo que habré visto alguna más que ahora no acude a mi memoria, pero desde luego no me he dignado a "digerir" ninguna de sus últimas producciones truñeras.

Sin embargo, la única película "épica" que me he obligado a ver en varias ocasiones, por aquello de ser una de las más oscarizadas de la historia, pero siempre me ha echado "pa tras", ha sido "Lawrence de Arabia".
Lo siento, pero me puede el rechazo que me provoca el careto de "moñacas" del insufrible Peter O´Toole, además de que se me antoja un film cansino, lento y "sin chicha ni limoná".
"Lo que el viento se llevó" es otra peli que dudo mucho haberla visto enterita del tirón. Quizás, si sumara los diferentes retazos del film vistos en distintas proyecciones pudiera considerarse que la he visto por completo. No sé.

Pelis "apañolas" que no he visto: "Volver a empezar", de Garci (ya me duele, ya) "Mar adentro" (ni ganas) y las últimas del tontolculo del Pedrito Almodóvar (¡que le den bien dado, pero con una caña rota!)
¿Por qué no las he visto?
Supongo que por falta de interés y de tiempo. Sí, de tiempo, porque pudiendo ver cuantas veces quiera grandes obras como "Espartaco", "Gladiator" o "Platoon", o cualquier genialidad de Ford, Walsh, Delmer Daves o Anthony Mann ¿pa qué perder el tiempo en mediocridades?

¿Qué? ¿Soy un pecador de la pradera?
Pues lo siento, pero se me atragantaron, joder.

Saludos.

PD: ¡No me digáis que no echa "patrás" el careto cursi-ñoñeras del O´Toole!

domingo, 13 de diciembre de 2009

Black Hawk derribado.


Ridley Scott suele regalarnos "obras maestras" en diferentes géneros cinematográficos.
Así, dos de las mejores películas de SF de todos los tiempos, Alien y Blade Runner, llevan su inconfundible sello: el sello de la excelencia y la épica.
Pocas muertes en el cine han sido tan emotivas como la del replicante Rutger Hauer y pocas películas han exaltado la épica grandilocuente como Gladiator.
¿Qué decir de las bandas sonoras? Pocos, exceptuando al genial Sergio Leone, han sabido aunar imagen y sonido en tan perfecta comunión celestial destinada a despertar emociones y excitar los sentidos.
Black Hawk es una maravilla, un emotivo canto a la heroicidad de un puñado de soldados estadounidenses; la gesta de dos francotiradores de élite que voluntariamente se ofrecen para defender la posición de un helicóptero derribado hasta que llegue la evacuación del piloto del mismo.
Cual si de un asediado Alcázar se tratara (sí, nosotros también fuimos grandes) el pequeño helicóptero se convierte en un inexpugnable bastión que repele constantes ataques de enardecidos milicianos somalíes, hasta que los francotiradores se quedan sin munición y se dirigen hacia la gloria eterna, formando parte de la memoria colectiva de un pueblo, el estadounidense, que sí recuerda a sus héroes, los honra y les reconoce sus sacrificadas acciones.
¡Qué diferentes, estos hechos reales que se narran en la película, de la última acción vergonzosa de nuestro otrora glorioso ejército, incapaz de dar cuenta de un puñado de piratillas, también somalíes!
¡Qué diferente de nosotros el americano medio, orgulloso de que su bandera ondee en el portal de su casa, de los españoles apátridas o secesionistas que infectan estas dolorosas Españas!

Existe una tríada de magníficos directores de cine contemporáneos: Kubrick, Scott y Stone, que se han atrevido a mostrarnos la grandeza de la épica en sus obras.
Espartaco, de Kubrick, y a pesar del tufillo marxista que emana de dicho film, quizás sea la mejor película de "romanos" de todos los tiempos, y "Platoon", de Stone, probablemente sea la mejor película bélica jamás rodada.
Sin embargo, Kubrick fracasó en "la Chaqueta Metálica", pretenciosa y aburrida, y Stone hizo lo propio en "Alejandro Magno" (le faltó un hervorcillo para ser genial) mientras que Scott sí consiguió dos buenos segundos puestos tanto con Gladiator como con Black Hawk derribado.
Pero a Scott le corresponde el honor de tener en su haber las dos mejores películas de SF de todos los tiempos, mientras que Kubrick fracasó estrepitosamente con su pastelosa e indigerible "2001, una odisea del espacio" (¡menudo truñaco!)

¡Y el ganador es: Ridley Scott!

Saludos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La vida ante sus ojos.


La vida ante sus ojos es una peli rara, sin duda pretenciosa, absurda e incoherente en opinión de muchos (mi mujer, por ejemplo) pero aceptable e incluso "buena" para otros tantos, entre quienes me incluyo.
La película, desde luego, no deja indiferente al espectador, ya sea provocándole un incontenido acceso de ira (de nuevo mi mujer) o dejándole perplejo, pensativo y algo confuso para acabar preguntado: "¿eso es todo? ¿Así acaba?" (éste fui yo).

Pues sí, a pesar de todo a mí me gustó, principalmente por cumplir dos criterios imprescindibles, a saber:

- Su trama, en verdad llena de "lagunillas", me impidió quedarme dormido en el sofá como viene siendo habitual, no tanto por ser un viejuno, obligada aclaración, como por el hecho de que últimamente las películas que veo se me antojan soporíferas y aburridas. Primer punto, pues, a su favor: estimula la mente y despierta el seso, que diría Manrique, haciéndonos contemplar cómo se pasa la vida y cómo se viene la muerte, tan callando, de una joven adolescente.

- Sin embargo, "la vida ante sus ojos", aun faltándole algo más que un hervorcillo para ser una obra redonda, algo más que buenilla o "pasable", resulta una magnífica vía de catarsis emocional. Estamos ante una película para sentir, pero sobre todo para evocar vivencias y recuerdos aletargados en nuestra memoria.
¿Se le puede pedir más a una obra cinematográfica?

Supongo que mi mujer, aficionada desde jovencita a la lectura de novelas policiacas (Aghata Christie sobre todo) no pudo evitar sentir la frustración de su analítico y en exceso racional hemisferio izquierdo, tan dado él a diseccionar meticulosa y racionalmente la realidad.

- ¡Es absurda!, exclamó visiblemente airada al terminar la película.

Yo defendí la peli como buenamente pude, intentándole explicar el malabarismo genial del director al hacer que la vida pasara ante los ojos de una joven justo antes de morir, pero no su vida pasada como suele ser habitual, sino una hipotética vida futura que habría de tener en caso de sobrevivir a su destino fatal, ¡he ahí la genialidad! (inevitable no recordar "la última Tentación de Cristo")
Vale, reconozco que la peli, "genialidades" incluidas, apenas logra el difícil objetivo de hacerle ver al espectador medio sus "complejas intenciones", pero a mí ya me valió su visionado para evocar y deleitarme en los recuerdos de mi pretérita juventud.
Así, recordé a mi antigua profesora de filosofía, de la misma manera que la protagonista recordaba insistentemente, durante el film, a un profesor que marcó su vida.
Pero recordé, más concretamente, un libro cuya lectura nos recomendó mi díscola "profa": "Justine", del pervertido "Divin Marquis".
Y es que, viendo "la vida ante sus ojos", resulta también del todo imposible no ver "las vidas paralelas" de sus dos protagonistas con las dos hermanas tan dispares que retratara Sade en su "Justine": la justa y la pecadora.
Si tuviese que ser osado, que a fe mía lo soy, diría que "la vida ante sus ojos" es una moderna adaptación de "Justine", pero con un giro inesperado en el desenlace final, muy del gusto del catolocismo redentor de pecadores y salvador de almas.
También recordé a mi amigo del alma, tan diferente a mí, ahora erudito catedrático y reconocido escritor; evoqué la rebeldía de mi juventud, rockero indomable, que en absoluto "casaba" con su carácter virtuoso y dócil de buen cristiano, pero ésa ya sería otra historia...

Saludos.