Cine como realidad virtual


Cine y vida, cine y política, cine y filosofía, cine en la realidad y cine en la ficción.

martes, 27 de octubre de 2009

Los tres padrinos.


Ayer me permití el lujazo de volver a ver "los tres padrinos", aprovechando que mi mujer leía un libro con la guardia baja, cuando siempre suele estar presta para criticar mi afición por revisionar "clásicos".
Mucho se ha escrito sobre este western atípico, desconocido para muchos y considerado como "obra menor" por algunos críticos sesudos.
A mí, sin embargo, me encanta, pese a sus lagunillas narrativas, su bizarro guión o la pretensión, poco disimulada a mi parecer, de aspirar a convertirse en un nuevo cuento navideño del estilo de "¡Qué bello es vivir!" (Capra)
Me recordó a otra supuesta "obra menor" del maestro Ford: "La patrulla perdida", en la cual encontramos también al desierto como protagonista y la lucha de un puñado de hombres por sobrevivir a sus inclemencias.
Es curioso, pero en ambos filmes se trata el tema religioso de forma harto distinta, pues mientras que en "la patrulla perdida" un ferviente creyente (Boris Karloff, nada menos) acaba perdiendo la razón y la ligazón con la cruenta realidad, llegando a delirar cual fanático dogmático, en "los tres padrinos" se nos muestra una visión más positiva y amable de la fe.
Así, en "Los tres padrinos", una Biblia se erigirá en destacada protagonista junto a un gran elenco de actores: John Wayne, el vitalista y siempre enérgico Pedro Armendáriz y Harry Carey Jr.
Es una película para sentir, en absoluto para ser ejemplo de "guión coherente" o para mostrarnos notables interpretaciones que, de hecho, son sobresalientes debido a la calidad de los actores.
No pude evitar fijarme en una secuencia memorable y premonitoria:
Pedro, uno de los tres padrinos, queda malherido en el desierto y decide poner fin a su sufrimiento con un disparo. Años más tarde, el actor Pedro Armendáriz que daba vida al personaje, también decidiría, fuera de la ficción, acabar con su vida al diagnosticársele un cáncer terminal.

¿Cómo se llamaría el pequeño que, tras la muerte de su madre, quedaría a merced de la buena voluntad de sus tres "improvisados" padrinos, forajidos para más inri?

- ¡Robert!, insistía orgulloso Wayne.
- ¡No!, ¡ Robert William!, matizaba Carey.
- ¡Robert William Pedro! acababa sentenciando Armendáriz.

¡Genial, de verdad!

Saludos.

PD. En la foto de cabecera los cinco protagonistas: Robert, William, Pedro, el pequeño Robert William Pedro, y la Biblia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Katyn, "la verdad" bolchevique.


Acabo de ver los 15 minutos más espeluznantes del cine actual: La última escena de "Katyn", que recrea el genocidio perpetrado por el ejército rojo, durante la invasión de Polonia, contra 22.000 oficiales polacos.
La extinta URSS sólo reconoció semejante barbarie en 1990, después de haber intentado inculpar a los nazis de tan brutales crímenes durante los juicios de Nuremberg.
¿Cuándo reconocerán nuestros "buenos" rojeras los Paracuellos, checas y viles asesinatos (sacas) que protagonizaron durante nuestra GC al grito de ¡viva la URSS!?
Dicen que la historia la escriben los vencedores, pero nuestros inmorales rojeras nos están demostrando que también la pueden "reescribir" los cobardes revanchistas; aquellos que prohiben homenajes literarios a grandes escritores por haber sido falangistas (Foxà), o que destierran la memoria del Alcázar por tal de borrar los innobles actos que cometieron los subversivos revolucionarios, pero también para borrar de la historia la grandeza de quienes fueron españoles de bien.
Ahora, nuestros resentidos, quieren declarar nulo el juicio al traidor Lluís Companys, sin preocuparse de los otros "juicios" que acabaron con la vida de José Antonio, Maeztu y otros tantos buenos españoles.
Mientras en "Katyn" su director, Andrzej Wajda, nos recuerda el sacrificio de los oficiales polacos, asesinados mientras se aferraban a sus rosarios y entonaban sus últimas plegarias, Amenábar, fiel heredero de los rojeras saqueadores de templos y asesinos de clérigos, vuelve a insistir en el mensaje ateo de sus correligionarios, aunque para ello deba pervertir la historia como hace en Ágora.

Saludos.