Cine como realidad virtual


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martes, 2 de diciembre de 2008

Criaturas feroces.


Por una extraña asociación de ideas, o una de esas peregrinas analogías que suelen gestarse en mi febril imaginación, recordé la película "criaturas feroces", un film delirante y desternillante donde los trabajadores de un zoo se esfuerzan por demostrar que los animales, de los cuales son responsables cuidadores, son feroces, muy feroces y peligrosos.
La directiva de dicho zoo decide que éste sólo será rentable si exhibe animales feroces que atraigan al público, razón por la cual opta por prescindir de todos aquellos animalillos que no cumplen con el requisito de la ferocidad.

Las risas y las carcajadas se suceden a lo largo del film viendo cómo los cuidadores de los inofensivos animalillos, intentando salvar sus puestos de trabajo, se esfuerzan por demostrar cuán malvados y fieros son sus protegidos.

No pude evitar acordarme de nuestros políticos feroces. Sí, de esos animalillos inofensivos, en tanto que inútiles y completamente prescindibles, que se esfuerzan por demostrarnos lo feroces (entiéndase necesarios) que son para el bienestar del pueblo que dicen representar.
Ya hace tiempo que nuestros políticos feroces, como los esforzados cuidadores de la película que he mencionado, decidieron salvar sus puestos de trabajo, ora garantizándose a sí mismos suculentas pensiones ora subiéndose los sueldos aun en épocas de graves crisis económicas; Y sí, consiguen salvar su puesto de trabajo, en este zoo en que se ha convertido la maltrecha España, haciéndonos creer que realizan un trabajo importante.

De hecho, el trabajo que "deberían" realizar sí es importante, pero ¿están nuestros políticos cualificados para ello? y, lo más importante, ¿son necesarios tantos "chupópteros" colocados, muchas veces a dedo, en las administraciones centrales, autonómicas y locales?
No sé, pero me parece que más de un insulso armadillo y más de una apestosa mofeta, intentan hacerse pasar por regios leones u orgullosas águilas que "aparentan" preocuparse y deslomarse por tal de lograr el bienestar de la ciudadanía.
El problema es que nuestra clase política, casta de privilegiados y nuevos cortesanos al uso, ha sabido rodearse de fieles vasallos y ha creado una magnífica trama de "clientelismo" agradecido que le garantiza perpetuarse en el Poder, ya sea en el poder que otorga regir el gobierno o en el poder privilegiado, pero también poder, de la oposición.
Así, desde los funcionarios locales, pasando por las asociaciones de vecinos y de comerciantes, ONGs, hasta llegar a cualquier asociación que se diga "sin ánimo de lucro", por más que se lucre en su actividad, todos chupan de la teta de la subvención, de la ayuda institucional o del "favor" encubierto de turno que otorga el partidillo de un municipio para comprar los votos de los ciudadanos, con poco disimulo y sí con mucho descaro, todo sea dicho.

¿Cómo ha de acabarse con la vil partitocracia que nos estrangula y subyuga, que nos convierte en nuevos súbditos de un perverso reino de sofistas sin escrúpulos, cuando desde el infante adoctrinado en un esplai, pasando por el comerciante que recibe cursos "gratuitos" del ayuntamiento, hasta llegar a los vecinos que se benefician de servicios en centros cívicos que hacen desleal competencia a la iniciativa privada, han vendido sus votos a cambio de miserables platos de lentejas?

¡Y pobre de aquél que no pertenezca a una asociación, organismo o cualquier grupillo, al servicio de los nuevos y todopoderosos señores feudales!
¡Pobre de todo aquél que no haya sabido pasar por político feroz o, en su defecto, no haya sabido arrimarse al político feroz de turno!
¡A estos, a los parias que no saben disimular, mentir o manipular, que los echen del zoo de las Españas! ¡Ya!

Saludos.