Cine como realidad virtual


Cine y vida, cine y política, cine y filosofía, cine en la realidad y cine en la ficción.

viernes, 25 de mayo de 2007

¡Canelilla en rama, señores!


Sí señor, un clásico imperecedero y un corte metálico glorioso y eterno.




¡Bendito sea tu nombre!, Iron Maiden:




Sed golosos y disfrutad de los maestros del metal.


Saludos!

miércoles, 16 de mayo de 2007

El invisible Harvey


Parece mentira que a estas alturas de la película todavía se debatan gilipolleces, tales como si "¿España existe?" o "¿existió alguna vez?"

Tanta es el ansia particularista que infecta España, y tanto el revanchismo mediocre de las sempiternas izquierdas retrógradas, que no han parado de surgir teorías, hipótesis y elucubraciones varias, que pretenden demostrar que España siempre fue una ficción, el sueño invisible de un esquizofrénico, pero en absoluto una realidad.

Ya tiene "guasa" que incluso dos de nuestros mejores filósofos, Ortega y Marías, debieran gastar esfuerzos y folios para rebatir tanta sinsorgada apátrida y miserable.

No me pararé una vez más, y como otras tantas cientos de veces, a demostrar la realidad de la existencia de España, pues ya se encargó de ello Ortega en "la España invertebrada" y Marías en su "España inteligible".

Señalaré, no obstante, el hecho curioso y paradójico de que existan individuos que pretenden negar determinadas realidades inventando las propias.
Así, a bote pronto, se me antoja recordar a un tal Sabino Arana, esquizofrénico que padeció graves delirios que le llevaron a idear y creer en la existencia de un país que nunca existió; un sujeto que en sus delirios más febriles realizó tal ejercicio de racionalización que convenció a todo un pueblo de que existía una nación vasca que debía, cómo no, constituirse por derecho propio en país.
Los delirios, propios de particularistas y mentes irracionales, también afectan a quienes desde la Cataluña más ombliguista abogan por la reunificación dels Països catalans, otro invento peregrino que jamás existió como proyecto común a lo largo de la historia.

Son muchos, quizás demasiados, los individuos que pululan por las Españas que me recuerdan al despistado y "alocado" Elwood, personaje que interpretaba James Stewart en "El invisible Harvey".
Elwood aparecía como un simpático "bebedor" que veía, probablemente como consecuencia de los delirios etílicos, a un amigo invisible: Un conejo de enormes dimensiones llamado Harvey.
El caso es que durante la película, Elwood despierta los sentimientos de solidaridad más irracionales de las personas de su entorno, las cuales pasan de tacharle de "loco" a creerle un ser maravilloso que ha ideado una nueva realidad alternativa para ser feliz.

Finalmente, y como no podría ser de otra manera, son varios los personajes que acaban "viendo" y reconociendo como real la presencia del invisible conejo.
¿Por qué? ¿Por qué existen individuos tan desilusionados con su realidad, con su país, con la realidad histórica que les ha tocado vivir, que no dudan en crear realidades alternativas desde la ficción de sus delirantes mentes?
Si existe un problema de delirio colectivo, lo cual no sería de extrañar teniendo en cuenta el carácter patológico e irracional de las masas, digámoslo claro, pero no les sigamos el "juego" a nuestros cansinos esquizofrénicos particularistas, que ufanos en la creación de sus propias realidades no cejan en el empeño por hacernos creer que España es una suerte de gran conejo invisible llamado Harvey, al que, por supuesto, sólo pueden ver los malosos y esquizofrénicos fachosos.


 

miércoles, 9 de mayo de 2007

Capitanes intrépidos.


¡Qué bello relato del maestro Kipling! ¡Qué historia más entrañable y tierna la del soberbio y repelentillo niño protagonista, Freddie Bartholomew, y la del siempre genial Spencer Tracy en el papel del marinero Manuel!

La historia de un niño mimado y rico que se hace hombre luchando contra la adversidad y acompañado de la mano amiga del simpático Manuel.
¿Cuántos de nuestros niños, en esta España que hace daño, se harán verdaderos hombres?
¿Cuántos de ellos afrontarán las adversidades con gallardía, trabajo y sacrificio, en vez preferir reivindicar derechos cansinamente o emular a viejas plañideras lloronas?

¿Cuántos de ellos tendrán la suerte de recibir la ayuda de excelentes tutores y profesores, exigentes y autoritarios, pero también comprensivos como el tierno Manuel?
Nuestros niños y jóvenes no son ricos ni mimados en su mayoría, pero forman una legión de individuos acomodados y "satisfechos" con sus circunstancias, en tanto sus progenitores y el sistema les han proporcionado bienestar y comodidades desde su nacimiento.

Algunos, por tanto, no llegarán a madurar como "el pequeño pescadito" de la novela de Kipling, sino que seguirán aferrados a sus símbolos de eterna juventud; sus ídolos musicales y sus conductas irresponsables, aplazando en lo máximo posible, como eternos Peter Pan, el momento de echarle cojones a la vida.
No tendrán cojones para pasar penurias, ni para dejarse explotar por el sistema o por un empresario cabrón, pues ellos conocen muy bien sus derechos, desde que aprendieron a amedrentar al profesor de turno amenazándole con denunciarle, o desde que aprendieron que saliendo a la calle a vociferar y ejercer de vándalos conseguían determinadas reivindicaciones.

Nuestros jóvenes no quieren sentirse esclavos, pero también desprecian la noble y regia lucha sacrificada del gladiador.
¿Qué pretenden, entonces? ¿Ejercer de Nerones o Césares apelando a sus derechos de pequeños y soberbios "emperators"?

Nuestros jóvenes aprendieron a edad temprana a no respetar los principios de jerarquía y autoridad, aprendieron a relativizar la verdad y a igualar lo inigualable, pues si se niega la verdad absoluta y no se cree en dioses, ni en reyes ni en tribunos... ¿Qué les queda, sino el endiosamiento de sí mismos, creyéndose tan buenos como el mejor de entre los más excelentes?

¡Una juventud convertida en indócil y manipulable ganado!

Una juventud que será adoctrinada desde las escuelas para que sigan creyéndose pequeños "diosecillos" con derecho a todo pero sin responsabilidades ni deberes u obligaciones.

¡El triunfo del individuo-masa, de la mediocridad; el triunfo de una democracia cobarde que prefiere criar y cebar ganado en las escuelas a crear hombres de bien!

 

martes, 8 de mayo de 2007

Arsénico por compasión.


Sí, de nuevo comentaré una película de Frank Capra, en esta ocasión interpretada por Cary Grant, el cual no era precisamente santo de mi devoción hasta que le descubrí en la maravillosa "operación whisky".

En "Arsénico por compasión" Grant es uno de los tres sobrinos de unas simpáticas viejecitas que se dedican, maravilloso hobby, a asesinar vejetes que ellas consideran desahuciados.
Pero no son los papeles de Grant ni los desempeñados por sus alocadas tietas los más sabrosones, sino los correspondientes a sus dos hermanos: un delincuente que se sometió a una operación de cirugía para ocultar su identidad y un alocado teddy que se cree el presidente theodore Roosevelt.

Todavía recuerdo la fórmula mortífera de las simpáticas yayitas: 5 litros de vino añejo, arsénico, estramonio y una pizca de cianuro.
¡Parecía una fórmula tan sencilla de elaborar!
¿Deberemos esperar a que zETAp se convierta en un vejete desahuciado para "regalarle" una fórmula compasiva, como la que administraban las tietas de Cary Grant?
¿Por qué?
Si Aznar ya sufrió un atentado perpetrado por ETA, y hasta con el mismísimo Losantos jugaron los inmorales de Terra Lliure a hacer prácticas de tiro al blanco, ¿qué impide que algún alma caritativa le dé un poquito de arsénico a zETAp, aunque sea por compasión; por compasión de esta maltrecha España que tanto daño hace; por compasión del futuro de nuestros hijos que acabarán sodomizados por el moro invasor, mirando hacia la Meca y orgullosos de su ignorancia.
No me lo explico...
Quizás sea su sonrisilla de "niño travieso", con cara de no haber roto nunca un plato, por más que sea España la que está destrozando, la que le exime de ser visto como un grave peligro.
O quizás sea debido a que los enemigos de las Españas tienen en él a su mejor aliado para ponernos mirando hacia la Meca o convertirnos en el hazmerreír de Europa y del mundo entero.

Por un momento me imaginé a unas viejecitas ofreciéndole a zETAp un seductor vaso de vino, y ya estaba nuestro presinecio acercándose el líquido a sus labios cuando irrumpió Aznar, frenético, para arrebatarle el vaso y bebérselo de un trago.

-Ahora, dijo Aznar soberbio, me cojo el coche para ir de Madrid a La Coruña, ¡por mis cojones!

Nos ha jodido "el bocas", ahora que estábamos tan cerca de acabar con todos los males de España, aparece él y la vuelve a cagar como el boquerón que es.

¿Va a ser verdad que tenemos los políticos que nos merecemos?


 

domingo, 6 de mayo de 2007

Caballero sin espada.


Hacía tiempo que no veía la genial obra de Frank Capra, autor de otro film inolvidable: "¡Qué bello es vivir!"
Desde luego nadie ha representado el papel del político iluso y bienintencionado como James Stewart; el del banquero altruista y generoso (en la citada "qué bello es vivir") o el del abogado valeroso, honrado y esforzado ("el hombre que mató a Liberty Valance").
¿Nadie?
 Nadie, desde luego, hasta que un mediocre con fortuna, o un afortunado mediocre, como se prefiera, se convirtiera en presidente del gobierno de la España que hace daño por designio del Todopoderoso Alá.

Sí, en Zapatero tenemos al político de fácil y perenne sonrisa, talantero y aparentemente educado; un hábil caganer reprimido, infectado de revanchismo y rencor que, sin embargo, no dudará en exhibirse, pavonearse diría yo, cual héroe salvador de "parias" y oprimidos; él es la feminista que lucha contra el machismo impositor, el rojo auténtico que combate al sempiterno facha maloso que habita entre nos; el "rosado" colega de Zerolos y compañía que comprende que perder aceite no sólo es problema de vehículos entrados en años.

Zapatero es una suerte de raro y curioso Mesías, pues no es él quien está dispuesto al sacrificio, sino que dicharachero y despreocupado, como sólo los necios saben serlo, sacrifica la poca dignidad que le quedaba a España, autoinmola sin concesiones los últimos vestigios de orgullo y honor de un país que, desafortunadamente, cada vez va más a menos y cada vez hace más daño...

Así, nuestro singular "caballero sin espada" se dispone a vencer los males del mundo y de España con su talante pacifista, sin espada ni armadura alguna, que nada es más duro y recio que su gran caradura. "Alianza de civilizaciones" para combatir al moro impositor y sonrisas y abrazos para Mohameds dictatoriales o presidentes de repúblicas bananeras, pero odio y veneno para los españoles orgullosos de serlo, que en esta España que hace daño se puede ser "rosado", musulmán, terrorista o feminista (valga la injusta mezcolanza de calificativos tan dispares) pero no se puede ser apañó so pena de ser tildado de facha y heredero de falangistas.

¿Por qué, nuestro miserable presidente, no se decide a ejercer de vulgar actor en una vulgar película del no menos vulgar Almodóvar?
Al fin y al cabo a zETAp le sobran dotes "interpretativas" y desvergüenza, y a Almodóvar no le falta, como el buen bufón retroprogre que es, afán por interferir en las cuestiones políticas.

¡Aaaaaah, qué gran actor perdió el mundo y que "regalo" más dañino nos proporcionó Alá!


 

jueves, 3 de mayo de 2007

"Cuatro confesiones" (Rashomon de Akira Kurosawa)


En las puertas de un derruido templo se refugian de una tormenta tres personajes para discutir sobre el juicio a un bandido acusado de matar a un hombre y violar a la esposa de éste.
La genialidad de la película está determinada por la original exposición de varios puntos de vista que explican lo ocurrido.
El film, por tanto, se convierte en un ejercicio de relativismo psicológico, que pretende ilustrarnos sobre cómo una misma realidad puede ser aprehendida de formas distintas desde diferentes perspectivas o percepciones.
"Cuatro confesiones", el remake estadounidense de dicho film, nos deleita con la intervención de Paul Newman, interpretando al bandido Carrasco, aunque destaca de forma especial el personaje de Edward G.Robinson, en el papel de un taimado truhán descontento con la generalidad del género humano, escéptico y cínico personaje que destila no pocas dosis de irónico sarcasmo en sus memorables intervenciones:

-No suelo olvidar una cara, pero en su caso me alegro de que sea una excepción, le espeta a un buscador de oro que le reprocha no respetar la presencia de un "pater" entre ellos.
-¿Un predicador?, pues sería el primero que me despierta, ya que suelo dormirme con sus sermones.

Su falta de fe en las personas queda magníficamente retratada en un intervención gloriosa:

-Prefiero estar con cadáveres porque sé que ningún daño me harán, aunque es cierto que huelen un poco mal. Pero también es cierto que algunos vivos huelen mucho peor.

¿Por qué se merece "Cuatro confesiones" un hueco entre los mejores filmes?

Supongo que a mí, personalmente, me ha asaltado una de esas peregrinas asociaciones de ideas a las que soy tan dado.
Me volví a acordar del 11-M, y pensé en el juicio paralelo que se le hizo al PP y al que todavía era presidente del gobierno, J. Mª Aznar; me acordé de cómo Aznar fue convertido en "asesino" a través de una hábil manipulación del inconsciente colectivo, el cual ya había aprendido a asociar al PP como el pérfido partido heredero de franquistas y falangistas.
La masa rencorosa, cegada por el revanchismo inculcado durante la permisiva y condescendiente Transición, ya intentó "linchar" a Aznar, el indigno, valiéndose de la catástrofe del Prestige y de tantas otras adversidades, pero el 11-M fue la "jugada magistral" que por fin pudo aglutinar odio y revanchismo para permitir una sutil dictadura, frente a la legalidad vigente, en plena jornada de reflexión electoral.
Desde entonces algo huele a podrido en España, y España se me antoja más dañina y peligrosa que nunca, porque si la masa rebelde es capaz, todavía hoy, de instar a la justicia para que se juzgue a Aznar por crímenes de guerra, es que la "democracia" ha fallecido y está reinando entre nos una suerte de anarquía relativista donde todo vale y todo es posible.
"La rebelión de las masas", nos alertaba el maestro, puede ser el peor mal del SXXI; el poder en manos de seres indóciles e inmorales, en tanto que relativistas e irresponsables; la democracia asaltada por el pueblo ávido de venganza, que no una democracia defendida por auténticos ciudadanos preocupados por preservar el futuro de sus hijos.

Es fácil "burlar" la verdad y negar el sentido común en nuestros actos, siempre que nos escudemos en relativizar e igualar lo inigualable, consiguiendo de esa forma que un expresidente elegido democráticamente sea considerado más asesino que un terrorista.

Cuestión de percepciones, y es que "depende, todo depende" en esta España que hace daño, y donde la verdad se inculca a golpe de terca obstinación, repitiendo un millón de veces a nuestros infantes y jóvenes, desde la cuna y más tarde en las universidades, quiénes son los malos malosos: los herederos de falangistas sólo interesados en "crispar" el clima político, mientras los tolerantes y auténticos demócratas, pobrecitos ellos, sólo buscan dinamitar España, eso sí, inocentemente y sin premeditación alguna, que la duda ofendería a los "buenos".